Cédric Andrieux. Jérôme Bel

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Cédric Andrieux es un solo para el bailarín epónimo Cédric Andrieux.

Esta pieza es una auto-reflexión sobre su trayectoria: inicialmente su formación como bailarín contemporáneo en la ciudad francesa de Brest y en el Conservatoire National Supérieur de Musique et de Danse de París, luego como intérprete en la Merce Cunningham Dance Company de Nueva York, y más recientemente en el Ballet Ópera de Lyon.


Cédric Andrieux sigue la linea de una serie de piezas comenzado en 2004 con un solo para la bailarina del cuerpo de ballet de la Ópera de Paris, Véronique Doisneau. En 2005 siguió Isabel Torres, bailarina del Teatro Municipal de Rio de Janeiro, y luego Pichet Klunchun y yo mismo, un dúo creado en Bangkok con Khôn (Real danza clásica de Tailandia) coreógrafo y bailarín Pichet Klunchun. Lutz Förster, finalmente, es un solo para el intérprete de Pina Bausch, Bob Wilson, y del José Limòn Dance Company.


Estas tres producciones han sido construidas sobre la experiencia y sabiduría de intérpretes que han dejado todos su huella como bailarines. Cada uno se especializa en una forma de danza particular –ballet clásico, danza clásica tailandesa, y danza moderna americana– entonces cada artista tiene una práctica claramente diferente a la de un historiador del arte, un crítico o un coreógrafo.


En cada producción que forma esta serie, la experiencia del artista de los hilos que tejen la historia de la coreografía occidental o asiática se relata en primera persona. Por lo tanto, el título de cada producción es el nombre del intérprete. Con la excepción del dúo entre Pichet Klunchun y yo, las varias presentaciones de esta serie son todas solos y marcan el lugar donde la vida de un individuo se cruza con la historia de la danza. Cada artista produce un discurso que describe, de la manera más sencilla posible, el ambiente laboral de los varios lugares en los que haya intervenido. Esto es una perspectiva individual, la de un grupo minoritario, la idea siendo que los artistas reconozcan su status de creadores y que determinen su sitio en el curso de la historia. Este planteamiento hace posible el establecer un contrapeso a los discursos aceptados de historiadores, críticos o coreógrafos. Estas producciones pretenden aportar declaraciones que demuestran una subjetividad en el trabajo distinto y complementario a las descripciones estereotípicas de las prácticas artísticas que constituyen la historia de la coreografía.

Lo que encuentro fundamental en este trabajo es el intento de analizar hasta qué punto un proyecto artístico en particular, o un estilo en particular, distancia o emancipa al artista bien como sujeto histórico, miembro de la sociedad o trabajador. Cada artista es el propio portador de este alienación o emancipación. En cambio, yo insisto en que ésto se debe sentir por cada espectador, siendo el intérprete, como su nombre indica, intérprete; la vía entre el coreógrafo y el público.